Año: 2001
Tema: situación actual del quehacer institucional de la Universidad Mariana y su correspondencia con el Proyecto Cultural para la paz (nombre que tenía el Proyecto Educativo Universitario).
Las conversaciones desatadas desde rectoría, Oficina de planeación y el equipo de Desarrollo Institucional correspondían a la formulación de un macro proyecto de investigación institucional para autoevaluar la Universidad, derivadas de su Proyecto Universitario de Educación –PUE- denominado Proyecto Educativo Cultural para la Paz, y se hicieron teniendo en cuenta dos circunstancias: una, los cambios vertiginosos en todas las dimensiones de la vida en especial la instauración mundial en la década de los 90 del Neoliberalismo, el incremento del número de bachilleres en el país con la consecuente proliferación de la oferta educativa a nivel superior y, dos, la exigencia subsiguiente del Consejo e Nacional de Acreditación –CNA- de aplicar estándares mínimos de calidad en el servicio educativo superior. En este contexto inició la Universidad Mariana su propio proceso formal de autoevaluación con fines de acreditación, mediante un proyecto de investigación que vinculó a todos sus empleados y mediante el cual se preguntó: ¿Qué caracteriza el ser y el quehacer de la Universidad Mariana en relación con su identidad y pertinencia social?
Las discusiones metodológicas giraron en torno a que el objeto de investigación sería la Universidad (procesos, comunidad educativa, Proyecto Institucional Universitario); hubo consenso en que se abordaría desde lo cualitativo y cuantitativo, no en dicotomía, sino dentro de una realidad compleja, y que la investigación sería descriptiva, puesto que trataba en gran parte de analizar la respuesta que los documentos existentes en la universidad daban a los Factores de acreditación expedidos por el CNA organizados así: Misión y Proyecto institucional, Estudiantes y profesores, Procesos académicos, Investigación, Pertinencia e impacto social, Autoevaluación y autorregulación, Bienestar institucional, Organización, gestión y administración, Recursos de apoyo académico y planta física, y, Recursos financieros
Los factores fueron sometidos a resignificación desde La filosofía institucional. Así, los equipos responsables de cada factor elaboraron sus propios proyectos de investigación. Todos los empleados de la universidad, independientemente de su cargo, hicieron parte de los grupos de factores. Y, aunque llovieron críticas de algunos empleados que se sentían obligados a hacer algo para lo que no fueron contratados y también de la Provincia de Maridiaz, todos participaron de la autoevaluación universitaria.
Fue un gran esfuerzo institucional en el que los diferentes equipos responsables, cada uno de un factor, se reunían semanal o quincenalmente durante un año largo. El logro más impactante fue la identificación de cada persona con la misión universitaria y la construcción social, intencionada, de un Ethos institucional.
Con honestidad para reconocer las debilidades, y, regocijo, al abordar las fortalezas que marcarían el camino a seguir hacia la acreditación voluntaria, muchos fueron los hallazgos de la autoevaluación institucional sobre el quehacer mariano.
Los hallazgos más sensible tuvieron que ver con la necesidad de: implementar las funciones de investigación y proyección social, con la misma importancia de la academia; hacer gestión de egresados; aplicar en el quehacer universitario las nuevas tecnologías de la comunicación e información; adaptar los planes de estudio a los nuevos retos que plantea la globalización con nuevos ambientes de aprendizaje y nuevos conocimientos; mantener el enfoque del Proyecto Educativo Cultural para la paz; avanzar en la adquisición y evaluación de competencias de los estudiantes; fortalecer en el currículo universitario las características de flexibilidad, pertinencia, integración, contextualización, criticidad, procesualidad, y, también, avanzar en la innovación curricular desde la Misión institucional (Católica, fraterna, evangelizadora, fundamentada en valores, comprometida con la realidad, ética y moral); hacer más gestión nacional e internacional; y, la de volver permanente la autoevaluación para mantener el crecimiento continuo.
Todos los procesos que posteriormente se agenciaron para acreditación de los programas y el de acreditación institucional, posibilitaron, con el concurso de todos, un mejor conocimiento de sí misma y el consecuente ajuste y fortalecimiento de docencia, investigación y proyección social.
Se hicieron variados cursos, seminarios, encuentros, con invitados especiales tanto de la ciudad como del país, para profundizar temas que enriquecieron el quehacer universitario en torno a fortalecer la calidad alcanzada y a construir condiciones que permitan avanzar a más altos niveles.
Eso se complicó más en 2001 con la expedición del CNA de Lineamientos para la acreditación de programas (ya no eran suficientes las condiciones mínimas de calidad) que puso a todos los programas universitarios el reto de acreditarse en alta calidad. Posteriormente vendría la “exigencia” de la acreditación institucional para cuyo inicio las universidades debían tener al menos cinco programas acreditados en alta calidad. De tanto en tanto el CNA ajusta las exigencias de alta calidad en investigación, en los procesos académicos, y en la credibilidad de la sociedad sobre la respuesta universitaria a los problemas del territorio y del país, por lo que la universidad debe permanecer alerta y responder proactivamente. La exigencia de acreditación se quedó para siempre en el ámbito de la educación superior.
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