COLOMBIA SE ACORDARA DE LOS PASTUSOS...
Con el título de Neo agualonguismo, Harold Montufar, publicó un texto en el diario del Sur del viernes 6 de diciembre de este año, en el cual sospecha de que el movimiento y las voces de protesta de los pastusos ante el abandono del gobierno nacional frente al cierre de la denominadas “pirámides”, tiende visos de un nuevo agualonguismo, evidenciado en las voces de protesta y de la separación de Nariño de Colombia, para ser una república independiente. Qué hay de pertinente en estos gritos, qué tan acogida sea esta propuesta, no se sabe. No obstante, el columnista toca un tema muy importante y es el referido a las guerras de Agualongo contra los patriotas y el odio de los venezolanos Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, por el pueblo pastuso.
De ingrata recordación son las palabras de Bolívar escritas a Santander y la masacre de pastusos permitida por Sucre, que permanecen en la memoria colectiva y salen a relucir cuando el pueblo pastuso se siente golpeado o abandonado por el gobierno centralista. Bolívar dice en su carta enviada desde Potosí: “Los pastusos debe ser aniquilados, y sus mujeres e hijos transportados a otra parte dando aquel país a una colonia militar. De otro modo, Colombia se acordará de los pastusos cuando haya el menor alboroto o embarazo, aun cuando sea de aquí a cien años, porque jamás se olvidarán de nuestros estragos aunque demasiado merecidos…”[1].
Nuestros historiadores locales tratan de justificar “el error histórico” de los pastusos aduciendo que la gesta libertadora, en su paso por Pasto, siempre lo hizo con la bayoneta de frente, con alevosía y sevicia, sin nunca tratar de entender las aspiraciones de este pueblo: Incendios, depredación, saqueo, hombres pastusos, amarrados por parejas y tirados al Río Güáitara, jóvenes y viejos arrancados de sus hogares y llevados de manera infame y burlesca a Junín y Ayacucho hicieron parte de la gesta emancipadora. Era tal el odio de los patriotas hacia los pastusos que, para completar el cuadro dantesco, hace 186 años, la noche del 24 de diciembre de 1822 el Gran Mariscal de Ayacucho[2] permitió que la soldadesca del Batallón Rifles, hiciera lo que le diera en gana con Pasto y su población, en una jornada de sangre saqueo y locura de la que no escaparon niños, mujeres, ni viejos y en la que no se respetaron ni siquiera las iglesias.
Con razón o no, los pastusos de ese tiempo preferían, inicialmente, el gobierno de España y la religión católica, a la libertad ofrecida y posteriormente defendían su dignidad y orgullo pisoteados por los patriotas de ese tiempo. Acaudillados por Agustín Agualongo, quien con indios de esta comarca, armados de piedras y palos, retomó Pasto, luego de la fatídica noche decembrina ordenada por Sucre y opuso la más tenaz resistencia a las fuerzas patriotas. Aquí lloró Bolívar y estropearon sus intenciones libertarias Sucre, León Torres, Herrán, Salom, Flórez.
El recordado doctor Quijano Guerrero, plantea que el balance deja perdedores de ambos bandos y sugiere que si la gesta de Agualongo y los pastusos fue equivocada, la gesta patriota fue propia de la barbarie. Perdió la patria, pues lo que un día fue adhesión platónica a un régimen, manipulada por una casta local dominante de la cual el Obispo español Jiménez de Enciso fue cabeza visible, se convirtió a la postre en un torrente de venganzas y odios que retardaron el éxito de la campaña libertadora.
Agualongo, fue fusilado en Popayán el 13 de julio de 1824, luego de haber sido herido en batalla y tomado preso en Barbacoas por el General José María Obando. Agualongo, hoy, solamente existe en el indio que llevamos en las profundidades del orgullo pastuso y que sale a relucir cuando se lo necesita, también en los libros de historia, en un barrio y una Institución Educativa de la ciudad de Pasto, que recuerdan permanentemente su nombre. Más bien, poco reconocimiento, para un icono de singular importancia en los referentes de la identidad pastusa.
El sitio de honor lo ocupan los vencedores: en la Plaza mayor, el General Antonio Nariño, quién también tuvo lo suyo por cuenta de los pastusos, especialmente que, en un acto propio de un pueblo gallardo y generoso, le perdonaran la vida y Simón Bolívar en una plaza alterna.
Monumento a Sucre en La Unión, Nariño
Nada en Pasto recuerda a Sucre. No obstante es homenajeado en La Unión al norte de Nariño, sitio donde fue asesinado, no precisamente por pastusos, el 4 de junio de 1830, con un monumento, cuya construcción data de 1943, con la Institución Educativa Sucre, con dos barrios, el 4 de Junio (día del asesinato) y el Sucre, con el Parque Mariscal Sucre y el Estadio Mariscal Sucre. Ultimadamente, su aporte a toda la gesta libertadora de América, tuvo su cenit en Ecuador por Pichincha y en Bolivia por Ayacucho, territorios libertados, que le deben su nacimiento como naciones.
Comentarios
gracias Arturo por tu artìculo se ve que estàs en la jugada.
feliz navidad PROGRAMA TERTULIANDO, MARINILLA ANTIOQUIA
un poco de historia colombiana que no me enseñaron en el colegio!
Bernardo Ramirez.
Melbourne, Australia
Mi Nombre es Sergio Elías Ortiz, soy nieto del historiador y tengo la responsabilidad y el orgullo de llevar el mismo nombre.
Mi correo electrónico es agustinagualongo@gmail.com
Espero comunicarme con usted.
Sergio Elías.