He leído tanto y en tan poco tiempo sobre epistemología de Kant, Descartes, Hume, que se me aparecen hasta en sueños. Soñaba que estaba en Funes y subía a pleno sol, despacio, por una calle destapada, con dos pesados libros, uno en cada brazo: en el izquierdo, la Crítica de la razón pura de Kant, grandote, empastado con una lujosa tapa blanca y su título escrito con letras doradas, pero bastante pesado; en la derecha, el Discurso del método de Descartes, más pequeño, amarillo de viejo, pesado también, aunque no tanto como el otro . Me sentía viejo y cansado, lo que me obligó a medio sentarme en un andén alto, de esos a los que uno se sube con dificultad y solo se puede bajar de un brinco. Descansé un corto momento y luego de levantarme con cierta dificultad, apoyándome en el codo izquierdo contra el cemento del andén, seguí mi camino a cuestas y llegué a la casa de mi tía Nelly que me esperaba contenta, al lado del horno de leña… ¡para enseñarme a bailar! Obvio, me desperté.