NARIÑO: LA SENDA ESTRECHA
ASPECTOS CULTURALES
El Plan de Desarrollo de Nariño, reconoce que uno de los mayores activos de Nariño, lo constituye la diversidad cultural, dada por la presencia en el territorio de pueblos indígenas, comunidades afrodescendientes y mestizos campesinos, y urbanos.
Es esta diversidad la que produce la identidad cultural nariñense “…en la que amalgaman, como se dijo antes en palabras de Fals Borda, el sentido solidario, bioecológico y cosmogónico de los indígenas, el impulso libertario y resistencia para sobrevivir de los afro descendientes y los valores de la cultura occidental hispánica que subyacen en el mestizaje”[1].
Se destaca en la cultura nariñense, su rica expresión artística en todos los órdenes: artesanía, música, literatura, tradición oral, pintura, y demás manifestaciones estéticas.
“Sin embargo - dice el Plan de desarrollo - el sector cultural y artístico adolece de múltiples dificultades que lo hacen marginal y disminuyen su impacto. No existe una política cultural, hay dispersión en la organización del sector, debilidad institucional y las fuentes de financiación son mínimas. No existen inventarios patrimoniales materiales e inmateriales, se cuenta con una incipiente red de bibliotecas públicas y una serie de eventos y proyectos insulares, lo cual ha producido, como resultado, altos niveles de frustración, de desarraigo y fuga de talentos[2].
ASPECTOS ECONOMICOS
“En el periodo 1990-2004, la economía nariñense tuvo mayor dinamismo que la de Colombia en su conjunto. En efecto, el PIB del país creció en promedio de 2.8% anual, mientras el de Nariño lo hizo a 4%. Este mayor dinamismo de las actividades productivas de Nariño se explica por el crecimiento del sector electricidad, gas y agua, que lo hizo al 13% promedio anual, y del sector de la construcción que creció al 8.3%. El sector agropecuario de Nariño, aunque creció al 3.6% promedio anual durante el periodo, fue inferior al crecimiento de la economía departamental. Por el contrario, la actividad industrial decreció el -1.5% mientras a nivel nacional presentó un crecimiento positivo”[3]. No obstante lo anterior, el nivel de ingresos per cápita de un nariñense entre 2000 y 2005, es menor al 50% de los ingresos promedio de un colombiano.
“Sin embargo - dice el Plan de desarrollo - el sector cultural y artístico adolece de múltiples dificultades que lo hacen marginal y disminuyen su impacto. No existe una política cultural, hay dispersión en la organización del sector, debilidad institucional y las fuentes de financiación son mínimas. No existen inventarios patrimoniales materiales e inmateriales, se cuenta con una incipiente red de bibliotecas públicas y una serie de eventos y proyectos insulares, lo cual ha producido, como resultado, altos niveles de frustración, de desarraigo y fuga de talentos[2].
ASPECTOS ECONOMICOS
“En el periodo 1990-2004, la economía nariñense tuvo mayor dinamismo que la de Colombia en su conjunto. En efecto, el PIB del país creció en promedio de 2.8% anual, mientras el de Nariño lo hizo a 4%. Este mayor dinamismo de las actividades productivas de Nariño se explica por el crecimiento del sector electricidad, gas y agua, que lo hizo al 13% promedio anual, y del sector de la construcción que creció al 8.3%. El sector agropecuario de Nariño, aunque creció al 3.6% promedio anual durante el periodo, fue inferior al crecimiento de la economía departamental. Por el contrario, la actividad industrial decreció el -1.5% mientras a nivel nacional presentó un crecimiento positivo”[3]. No obstante lo anterior, el nivel de ingresos per cápita de un nariñense entre 2000 y 2005, es menor al 50% de los ingresos promedio de un colombiano.
Se ha mantenido la importancia de los sectores en la estructura del PIB departamental, en el periodo 2000 – 2005. Sobresale sin embargo la participación del sector agropecuario, silvicultura y pesca que creció un 5.4% al pasar del 34.1% al 39.5%; los servicios comunales y sociales bajaron 8.5%, de 25.6% al 7.1%; La explotación de minas y canteras también disminuyó del 1.2% al 0.8%; la industria manufacturera creció un 0.8%, del 5.4% al 6.2%; la construcción subió un 0.6% al pasar del 1.8% al 2.4%; el comercio, los restaurantes y los hoteles mostraron un incremento de 1% pues pasaron del 15% al 16%; transporte, almacenamiento y comunicaciones también incrementaron en 1.1% su participación en el PIB departamental al pasar de 7.2% a 8.3, y finalmente los establecimientos financieros, seguros, inmuebles y servicios a las empresas también incrementaron su participación en un medio punto al pasar del 9.6% al 10.1%[4].
La estructura de la propiedad de la tierra muestra predominio del minifundio en la zona andina, donde 268.096 propietarios poseen, en conjunto, 172.779,67 Ha, con un promedio de propiedad que no alcanza las tres cuartas partes de una hectárea; en la región pacífica 39 consejos comunitarios integrados por un total de 16.533 familias son titulares de cerca de un 1.0000.000 de hectáreas, a razón de 60 Has por familia; los 67 resguardos indígenas poseen 460.000 hectáreas de tierra[5].
El Plan de desarrollo se pregunta por qué, “…si miles de nariñenses tienen tierra y capacidad de trabajo, en el sector agropecuario la productividad y los ingresos de ella derivada son en general tan bajos que incluso en muchos casos ponen en riesgo la propia subsistencia. La pregunta también es válida para otros sectores como la minería, el turismo, el comercio y la artesanía con grandes potencialidades y posibilidades que, con contadas excepciones, tampoco se reflejan en mejores ingresos para la economía nariñense en general y para quienes se dedican a estas actividades en particular”[6].
El mismo Plan de desarrollo responde, que existen causas de carácter estructural, es decir inherentes al modelo de desarrollo, y otros de carácter coyuntural.
Entre las causas estructurales de los bajos niveles de aprovechabilidad y productividad, cita la desnutrición, la baja cobertura, calidad y pertinencia de la educación, el escaso desarrollo de la investigación, las barreras de acceso a la tecnología, al financiamiento y a los mercados nacionales e internacionales, la deficiente infraestructura de comunicaciones y servicios básicos y el bajo nivel de emprendimiento y asociatividad empresarial. También se inscriben entre estas causas el microfundio, que hace inviable económicamente la actividad agropecuaria y la ausencia de una reforma que dote de tierra a los campesinos que no la poseen[7].
Como causas coyunturales, es decir circunstanciales, se anotan “…la extensión de las áreas dedicadas a los cultivos de coca y amapola, el desplazamiento y el desarraigo como fruto del conflicto, la fumigación y la erradicación de los cultivos antes mencionados sin alternativas reales de sustitución, lo mismo que el encarecimiento creciente de los insumos agropecuarios y una mayor variabilidad en los regímenes climáticos haciendo más volátil la actividad agropecuaria, base de la economía nariñense. A este panorama hay que agregar que varios sectores agropecuarios y en especial pequeños y medianos productores, han sido golpeados duramente por las políticas estatales como la apertura económica y la privatización o supresión de instituciones de apoyo y fomento de la actividad agropecuaria. Como consecuencia de la combinación de estos factores, el nivel de valor agregado que tiene la producción nariñense es mínimo, destacándose, sin embargo, algunos avances en el caso de la cadena láctea en la parte andina y de la palma en la costa”[8].
La falta de valor agregado, sume la producción agropecuaria en la pobreza, debido a la falta de competitividad y productividad.
No obstante en el departamento de Nariño hay en marcha doce procesos productivos, en los cuales confluyen los actores del desarrollo, el estado, la academia y el sector productivo: productos lácteos, papa, cafés especiales, fique, caña panelera, palma de aceite, producción pesquera, hortalizas, agroindustria del coco, cacao, artesanías y turismo.
[1] Plan de Desarrollo. Op. Cit. p. 60
[2] Ibid. p. 61
[3] Ibid. p.77
[4] Ibid. p. 77
[5] Ibid. p. 77
[6] Ibid. p.78
[7] Ibid. p.78
[8] Ibid. p.79
La estructura de la propiedad de la tierra muestra predominio del minifundio en la zona andina, donde 268.096 propietarios poseen, en conjunto, 172.779,67 Ha, con un promedio de propiedad que no alcanza las tres cuartas partes de una hectárea; en la región pacífica 39 consejos comunitarios integrados por un total de 16.533 familias son titulares de cerca de un 1.0000.000 de hectáreas, a razón de 60 Has por familia; los 67 resguardos indígenas poseen 460.000 hectáreas de tierra[5].
El Plan de desarrollo se pregunta por qué, “…si miles de nariñenses tienen tierra y capacidad de trabajo, en el sector agropecuario la productividad y los ingresos de ella derivada son en general tan bajos que incluso en muchos casos ponen en riesgo la propia subsistencia. La pregunta también es válida para otros sectores como la minería, el turismo, el comercio y la artesanía con grandes potencialidades y posibilidades que, con contadas excepciones, tampoco se reflejan en mejores ingresos para la economía nariñense en general y para quienes se dedican a estas actividades en particular”[6].
El mismo Plan de desarrollo responde, que existen causas de carácter estructural, es decir inherentes al modelo de desarrollo, y otros de carácter coyuntural.
Entre las causas estructurales de los bajos niveles de aprovechabilidad y productividad, cita la desnutrición, la baja cobertura, calidad y pertinencia de la educación, el escaso desarrollo de la investigación, las barreras de acceso a la tecnología, al financiamiento y a los mercados nacionales e internacionales, la deficiente infraestructura de comunicaciones y servicios básicos y el bajo nivel de emprendimiento y asociatividad empresarial. También se inscriben entre estas causas el microfundio, que hace inviable económicamente la actividad agropecuaria y la ausencia de una reforma que dote de tierra a los campesinos que no la poseen[7].
Como causas coyunturales, es decir circunstanciales, se anotan “…la extensión de las áreas dedicadas a los cultivos de coca y amapola, el desplazamiento y el desarraigo como fruto del conflicto, la fumigación y la erradicación de los cultivos antes mencionados sin alternativas reales de sustitución, lo mismo que el encarecimiento creciente de los insumos agropecuarios y una mayor variabilidad en los regímenes climáticos haciendo más volátil la actividad agropecuaria, base de la economía nariñense. A este panorama hay que agregar que varios sectores agropecuarios y en especial pequeños y medianos productores, han sido golpeados duramente por las políticas estatales como la apertura económica y la privatización o supresión de instituciones de apoyo y fomento de la actividad agropecuaria. Como consecuencia de la combinación de estos factores, el nivel de valor agregado que tiene la producción nariñense es mínimo, destacándose, sin embargo, algunos avances en el caso de la cadena láctea en la parte andina y de la palma en la costa”[8].
La falta de valor agregado, sume la producción agropecuaria en la pobreza, debido a la falta de competitividad y productividad.
No obstante en el departamento de Nariño hay en marcha doce procesos productivos, en los cuales confluyen los actores del desarrollo, el estado, la academia y el sector productivo: productos lácteos, papa, cafés especiales, fique, caña panelera, palma de aceite, producción pesquera, hortalizas, agroindustria del coco, cacao, artesanías y turismo.
[1] Plan de Desarrollo. Op. Cit. p. 60
[2] Ibid. p. 61
[3] Ibid. p.77
[4] Ibid. p. 77
[5] Ibid. p. 77
[6] Ibid. p.78
[7] Ibid. p.78
[8] Ibid. p.79
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