MOJIGANGAS DE FUNES. Voces de Nariño


Las Mojigangas le danzan a San Pedro
Hace ya muchos días que deseo escribir algo interesante de las Mojigangas de Funes, pero se adelantó un apreciado peridosta y fotógrafo pastuso Javier Vallejo Díaz quien escribió para el Peródico VOCES DE NARIÑO, dirigido en Pasto lindo por el Comunicador Germán de la Rosa, el texto, parte del cual tomo prestado para mostrar al mundo que este colectivo que hunde sus raices en la devoción a San pedro no se compone de hombres amanerados, como algunos teatreros y coreógrafos poco informados los muestran, sino de campesinos funeños, para los cuales vestirse de mojiganga en las fiestas de San Pedro, es un verdadero honor.

El correo electrónico de su autor, Javier Vallejo, es: java057@hotmail.com y el sitio web del Periódico Voces de Nariño es http://www.vocesdenarino.com en donde pueden leer el texto completo. Yo adornaré este precioso texto con mis fotografías, tomadas en el pueblo natal FUNES, en el mes de julio de 2009, con motivo de la visita de jóvenes de todo el mundo al QHAPAQÑAN o Camino del Inca.

"Existen mojigangas en varios países del mundo. En España, en México, en Perú, en Chile, en Ecuador, en Panamá. En cada región presentan contextos distintos y su práctica cultural es diferente. Las Mojigangas de Funes están conformadas por un colectivo integrado sólo por 12 parejas de hombres. En presentaciones que se realizan por fuera del departamento se seleccionan a los mejores danzantes y así el colectivo lo pueden integrar ocho o diez parejas, pero no menos de esta cantidad, porque las figuras que hacen parte de la coreografía necesitan de un número par no inferior a 16.

En la danza, las parejas masculinas se distinguen de las "femeninas" porque visten pantalón, camisa, pañoleta, chal flequeado, -antes pañolón de riata- y cruzado desde el hombro hasta el cinto, calzan alpargatas de cabuya, cubren su cabeza con un sombrero del que penden varias cintas de satín de varios colores, su rostro se oculta tras de una tela de tul o toldillo que lleva dibujados con tintas o pintura los ojos, cejas y boca. Hasta hace aproximadamente 35 años, las Mojigangas utilizaron sombrero de paño adornado con plumas de pavo real que le daba elegancia a todo el atuendo, pero el trajín a que se sometía por las constantes presentaciones lo deterioraba.

Los modernos impermeables y sintéticos remplazaron a los anteriores y se adicionó el ramillete de cintas, que simbolizan los colores del arco iris, según asevera don Ángel María Pascuaza, capitándel grupo de "varones", quien completó 59 años como danzante en esta agrupación, en tanto que los varones que simulan a la pareja femenina emplean como atuendo el follón típico de la mujer campesina de los andes, con su refajo o follado de lana debajo, la blusa de colores vivos con boleros o vuelos adornados con encajes, que circundan el cuello, la cintura y los puños de las mangas.

Sobre sus cabezas llevan el mismo diseño de sombrero con cintas de colores que los parejos, con la diferencia que llevaban adheridas dos trenzas que caen por la espalda hasta la cintura, éstas son de lana y permiten feminizar aún más al personaje. Algunos, incorporan aderezos (collares, candongas, aretes o maquillajes) como parte integral del atuendo para encubrir la personalidad real del actor. Esta descripción nos acerca a una aproximación de la génesis e incorporación de las Mojigangas en la cultura de la comunidad funeña como eslabón integral del folclor dancístico y ritual religioso arraigado en esta región.

Para las de Funes, el término mojiganga hipotéticamente comparte tres acepciones, las que permiten descubrir el simbolismo con el cual ha intervenido en la ritualidad a través de su historia. Carmen Popayán, representante del Cabildo de Funes, manifiesta que "la voz mojiganga es una deformación de la palabra mojigata que hace referencia a la persona que se oculta tras de un disfraz para realizar alguna acción premeditada, por eso se complementa con una máscara". Igualmente, entre los danzantes y allegados al colectivo, existen relatos que asocian la presencia de las mojigangas con los abusos cometidos por los españoles amparados en la potestad de dominio que tenían sobre las tierras y sus habitantes.

Los invasores ingerían licor (chicha) y en su descontrol, satisfacían sus instintos sexuales en forma violenta con las indígenas. Este hecho, maduró entre los machos de las comunidades aborígenes un plan de contención de estos desmanes y fue cuando se disfrazaron con los atuendos de las mujeres y los esperaron en sus albergues. Al intento de agresión, los españoles se enfrentaron con hombres fuertes que los "castraron" violentamente o les dieron muerte. La versión más cercana al desarrollo del ceremonial dancístico religioso, es el que infiere que una comitiva funeña peregrinó desde la cabecera municipal y desde distintos lugares aledaños, hasta Guapuscal Bajo a esperar la llegada de la imagen de San Pedro, que, según el síndico don Alfredo Guachavez, llegaba de España a tierras funeñas. La espera se prolongó por algunos días y la ración de comida terminaba.

La chicha, el mote, el ají, las papas..., sirvieron de fiambre en la larga espera. Los hombres aplacaron el cansancio con chicha, así llegaron a un estado de embriaguez y con la luz de mecheros y velas de cebo prendieron el baile que no fue correspondido por las mujeres por el cansancio y la fatiga que las agobiaba. Esta negativa los hizo bailar entre varones. Desde entonces se conmemora este acontecimiento con las Mojigangas que representan la escena del baile entre varones". (Javier Vallejo Díaz)
Fuente: Periódico Voces de Nariño. Edición No. 5

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