MEMORIAS DE UN POSTGRADO

Siguiendo una extraña tendencia, todos y cada uno de los integrantes del postgrado, hicimos trinchera en un sitio del salón de clase: Esteban (Estebanhouse homónimo del duro de Currículo) y Lilia, se adueñaron de la puerta, Esteban para poder salir rápido a hablar con dios cada que lo llamaba al celular; René, Germán, Adriana, que vanamente intentaron convertirse en la santísima trinidad y Carlos, cuando llegaba a hablar del voto, se sentaron siempre contra la pared al lado de Lilia; antes de deshacerse el maravilloso y fascinante grupo, conformado por los tres mosqueseros, Luis Eduardo, Alvaro y Chepe, hicieron presión desde la pared contigua a la anterior, y a su lado Janeth Rocío (Rosky) la de las piernas titilantes y Gerardo (El negro) el del maldito físico, de vez en cuando hablaban para todos desde su positivismo; contra la pared de las ventanas de frente a la de Esteban, se posesionaron los pequeños pichones, Doris (Señorita Windows o Toti para los que la aman) y Diego, a quien la obra y su celular no lo dejaron en paz ni un segundo; a su lado la unión temporal conformada por Sir Arthur, admirador de Kant y la propietaria de la “Casa de la Cultura” Margarita (mejor conocida como Margie).
Dignos de mencionarse para la frágil memoria son los siguientes hechos: Primero, los encuentros en la “Casa de la Cultura”, su alfombra mágica de la cual Esteban y Margie disfrutaron plenamente, sus papas con ají de maní y el Ballantines; la desintegración de la trinchera de los tres mosqueseros, quienes a mediados del camino, cerca al final, hicieron famoso el lema “todos contra uno y uno contra todos”, dejaron a Luis Eduardo hablando solo por los tres hasta que la culpable incapacidad lo silenció, exhiliaron a Alvaro, quien luego se ubicaba donde mejor podía (en tiempos de guerra, cualquier hueco es trinchera); la particularización del componente semántico de las palabras: “escanciar”, por ejemplo, que se convirtió en “eskantciar”; o el significado propio de: “toma tu chilacuán”, “el voto”, “la culpable incapacidad”, la “unión temporal”, “el consorcio” o la “mitad de la inteligencia”, la “estética”, la “masa crítica”, “me siento aludido”, “póngale insuficiente”, “me parece fascinante”, y el más famoso de todos “Aquí están mis mil”. Todas estas particularidades son el significante del ambiente y del sinnúmero de relaciones que se tejieron entre todos los participantes del postgrado y que hicieron de él un nido de afecto, crecimiento mutuo y humor permanente.