El fabuloso siglo XVIII
Las ideas del siglo XVIII en Europa estuvieron dominadas por: la burguesía y economía capitalista ascendentes; una amplia red de caminos para movilización de tropas y recaudadores de impuestos que dio nacimiento al turismo para ricos y permitió la relativización del pensamiento de las mentes reflexivas de la época, como también la tecnologización de la labranza; los contratos; la explotación y comercialización de hierro, carbón, cobre, madera, energía hidráulica. El comercio produce riqueza, la riqueza trae libertad y los tres engrandecen un país, según Voltaire.
La burguesía, no era una clase, más bien agrupaba a personas diversas, de ocupaciones, conocimientos, empleos diferentes, a intelectuales, inventores y científicos, a filósofos, en general aglutinaba los nuevos ricos y reclama en consecuencia mayor poder político.
Para la burguesía, el concepto hombre es igual al de burgués y el de burguesía igual al de humanidad. El derecho del burgués es el de la humanidad. El pensamiento del burgués es la nueva filosofía. De ahí nace la universalización de principios plasmada en la declaración universal de los derechos humanos en 1789. En síntesis, lo que se hace para mejorar la suerte de los burgueses, se hace para mejorar la suerte de todos.
Esta idea se infiltra en las clases altas. Cambia el vocabulario. Ahora se habla de ya no de sociabilidad, sino de sociedad, aparecen palabras como: capitalista, ciencias sociales, sociología, nación, pueblo; naturaleza, felicidad, virtud, razón, progreso, utilidad. Todo esto hace parte del espíritu de la época.
Mediante la razón se puede entender la naturaleza. Por eso se inventan el telescopio, el termómetro, el reloj, el barómetro, se descubre la circulación de la sangre, los lentes de alcance, la ley de los gases, la electricidad, el magnetismo, las leyes mecánicas del movimiento de la gravedad, se realizaron los primeros vuelos en globo. Se acepta la ley científica y se rechaza la magia. La ciencia influye en las creencias religiosas. El siglo XVIII asimiló y desarrolló los descubrimientos del siglo XVII. Las posibilidades de la ciencia eran infinitas y era importante desarrollarlas para hacer más feliz a la gente. Disminuyen las presiones religiosas y se da rienda suelta a la felicidad al aire libre.
Aparece el utilitarismo que unifica la virtud con la utilidad, la felicidad, la ciencia, la naturaleza, la verdad. La utilidad es el provecho. De igual manera la razón es optimista y se asemeja al progreso. El utilitarismo proclama que en la medida que una política es correcta va en bien de todos. Es de interés propio hacer el bien y por supuesto, perseguir el bien propio induce a la felicidad social. Utilitaristas fueron: Adam Smith, Beccaria, Benjamín Franklin.
Los hombres prácticos son moderados, benefactores de la humanidad. Todo se subordina a la utilidad y libre empresa. Es un deber cambiar, hacer felices a los demás y progresar.
El centro del utilitarismo estuvo en Inglaterra, país ajeno a los problemas del continente europeo, puso al estado en un sitio donde no interfiriera con la libre empresa, porque los individuos actúan mejor si se los deja hacer. El egoísmo de cada uno determina la riqueza y el bienestar de otros. Utilidad pública, beneficio privado.
El siglo XVIII ve nacer un humanismo, diferente al cristianismo.
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