BOCAS DE SATINGA

Suena paradójico el hecho de que la apertura en 1973 del denominado Canal Naranjo entre el rio Patía y la quebrada La Turbia, afluente del que en ese entonces era un pequeño río, el Sanquianga, trajera además de graves problemas de erosión de orillas y pérdida constante de viviendas y activos fijos, prosperidad económica a Bocas de Satinga.

El río Sanquianga dos metros más bajo que el Patía recibió como consecuencia del canal, un apreciable transvase de agua modificando su canal tanto en ancho como en profundidad, lo que se tradujo también en mayor arrastre de sedimentos hacia el Sanquianga.

La economía de Bocas de Satinga tuvo un giro radical representado en pérdida de la actividad agrícola de las riberas y en el paso del potrillo a los barcos madereros; peces que antes eran comunes en sus aguas migraron hacia otros ambientes de flujo más tranquilo; las inundaciones se volvieron frecuentes y se fueron cambiando unos cultivos por otros más resistentes a las inundaciones o más productivos. Esto llevó también a que pobladores rurales se desplazaran hacia el casco urbano, convertido gracias al gran caudal del rio Sanquianga en puerto comercial.
Sin embargo, el trasvase de agua del Patía al Sanquianga, que fuera factor de crecimiento económico de Bocas de Satinga, con el paso del tiempo y las crecidas del río se ha ido convirtiendo también en factor de desastre económico y social, con pérdidas de terrenos, casas, edificaciones públicas afectando fuertemente el bienestar de la población.

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