La esmeralda líquida del Gran Chaitan y su abandono.

Como dice el bolero “yo no sé qué hacer, si reír o llorar o llenarme de pena” al ver las condiciones deplorables en que se mantiene la carretera que conduce desde Túquerres al Volcán Azufral. Dan ganas de llorar pues no hay derecho a tanto abandono y no supe si en serio o en broma, al llegar a la estación de la Secretaría de Agricultura de Túquerres, ubicada a 4 kilómetros del volcán, le piden a cada visitante, luego de estampar su firma en el libro de registro de entrada a la reserva, mil pesitos para “ayudar a conservar la carretera” y al salir le cobrar cinco mil pesos por el parqueo del carro dizque "porque sino acá se lo desvalijan”.

Hay taxis Dodge en Túquerres que cobran diez mil pesos por persona por hacer la carrera hasta la estación y esperan para regresar a Túquerres. A estos automóviles les han adaptado amortiguadores que levantan el chasis y lograr así evadir o subirse encima de los múltiples obstáculos que presenta el trayecto. Son unos verdaderos camperos.

Matas de cortadero

El camino, desde la estación mencionada al volcán es largo y algo empinado. Son cinco kilómetros adornados de matas de cortadero a lado y lado (que caminando despacio se recorren en unas dos horas) de los cuales 700 metros corresponden a las más de 280 "gradas" que corresponde bajar desde la cima hasta llegar al nivel de la esmeralda líquida del cráter. Es posible también subir a caballo, en cuyo caso el ascenso dura una hora aproximadamente.

En el camino nadie se pierde puesto que parece el lecho de una vieja carretera y se puede disfrutar el paisaje que hacia adelante presenta un bosque extraño, poco frondoso y seco, indicador de que se camina en una zona volcánica, y, al volver la vista atrás, deja ver la hermosa e imponente sabana de Túquerres.

Da ganas de reír de la alegría y el gusto al llegar a la cima y observar al fondo la belleza incomparable de la laguna, y da más ganas, al pensar que ésta se ha conservado precisamente gracias a la dificultad  para llegar a ella.

Es preciso un ordenamiento ambiental de las 4770 hectáreas correspondientes a la Reserva Natural El Azufral, y su preparación mediante una adecuada planificación para el aprovechamiento eco turístico, especialmente de la Esmeralda Líquida, de lo contrario se continuará con las visitas espontáneas de la gente motivada por la promoción de las oficinas de turismo y las fotografías de revistas: unas con la actitud que el ecoturismo pide a los visitantes y que incorpora el respeto que los ancestros profesan por las lagunas de alta montaña en las cuales hay que hablar despacito, casi enmudecer, de lo contrario se nublan y llueve, y, otras con una actitud francamente depredadora que les lleva a ir botando sin misericordia papeles, plásticos y desechos de comida en el sitio, amén de los gritos que sueltan algunos desadaptados para saber si el eco de la laguna se los devuelven; no faltan aquellos que encantados con la inefable belleza acampan a orillas del espejo esmeraldino de agua, en un sitio que no dispone de infraestructura sanitaria y de recolección de desechos. Y hasta hay quienes. irresponsablemente, deciden nadar.

¿Qué dirán respecto de la protección de esta área los planes de desarrollo de Túquerres, Sapuyes, Mallama y Santacruz municipios de los cuales hace parte la maravilla natural? ¿Qué tendrá dispuesto CORPONARIÑO? ¿Qué Parques nacionales? No pregunto nada a los Pastos, porque ni siquiera han podido con la Piedra de Machines, menos con la laguna

¿Cuál será la capacidad de carga ecológica y de carga material que puede soportar? ¿Quién la calcula y cada cuánto? ¿Quién monitorea el número y comportamiento de las personas que visitan la laguna al mes, al año y el impacto que producen a sus ecosistemas para evitar su deterioro? En pocas palabras y para preguntar lo mínimo ¿Cuál es el plan de manejo de la laguna?

El eco turismo, el mismo que se quiere impulsar tanto en el departamento de Nariño como en el país, es ese tipo de turismo selectivo, no masivo, especializado en la conservación de los recursos naturales, ubicados generalmente en sitios relativamente aislados y de difícil acceso, que han logrado mantenerse intactos precisamente por esa condición de alejamiento del depredador humano y obliga a conservar el bien al mismo tiempo que se lo disfruta. Actitud bastante escasa en la mayoría de las personas de esta comarca, acostumbradas a aprovechar la vasta naturaleza sin devolver nada a cambio, solo a tomar de ella.

El sendero al volcán es difícil y da cuenta de una vieja carretera que con el paso del tiempo se ha deteriorado y tiene tramos erosionados con soberanas grietas producidas posiblemente por flujos incontrolados de agua. De vez en cuando, unos pequeños letreros dicen al caminante dónde se encuentra y a qué distancia está del anhelado destino. Hay unos miradores naturales, sencillamente espectaculares, pero sin ningún tipo de adecuación para apreciar con seguridad la belleza del entorno. Por ejemplo al llegar a la cota de los 4000 se puede observar con éxtasis la laguna desde los bordes del cráter, y aunque no son naturales sino artesanalmente adecuadas, al bajar hacia la laguna, cada una de las más de 280 gradas se convierte en un miradorcito. Pero estas gradas, en época de lluvia, son resbaladeros de barro peligrosos que atentan contra la salud de los visitantes, y, valga la anotación, en cinco kilómetros a la redonda no se encuentra equipo de primeros auxilios ni algo parecido.

Es que la vista que ofrece el Azufral es generosa y uno baja despacio las gradas para no perder de vista el majestuoso paisaje y al subirlas, lentamente, es imposible a cada paso no regresar a ver el verde que se deja con tristeza. Lastimosamente en el trayecto no hay exhortaciones de ninguna clase a mantener una adecuada conducta personal y grupal en el sendero y menos en la laguna. Solo los visitantes con conocimiento ecoturístico cumplen los preceptos de no arrancar plantas, de no molestar los animalitos, de no perturbar el equilibrio ambiental con gritos y ruidos, de no salir del sendero y de sacar sus desechos del área natural.

Las plantas, exóticas algunas, no disponen de discretos letreros que permitan el conocimiento y la familiarización por parte de los visitantes que las encuentran en todo el trayecto hasta la orilla de la laguna.

 

 Dando gracias a Dios, no hay cultivos, ni animales domésticos en una vasta zona de páramo, más bien cuenta con más de 460 especies de flora y 10 de fauna que es preciso conservar.

Es tal la falta de controles en la Laguna Verde, que da lo mismo que vayan una o dos personas o que vayan cien o seiscientas, las que sean, y que hagan en ella lo que les venga en gana, sin importar los impactos negativos del uso inadecuado del bien, nada hay zonificado, ni protegido.

En estas condiciones el impacto sobre el suelo es cada vez mayor, el recurso hídrico también es impactado por los desechos bióticos y abióticos de los visitantes, que impactan también los aspectos sanitarios del lugar. No se ha sabido que la reserva natural o al menos la Laguna cierre periódicamente sus puertas a las visitas o al menos que regule el flujo de visitantes o prohíba acampar en sus orillas.

  

En fin, lindo lugar, preciosa laguna, cual la más bella esmeralda, pero tratada como un bien turístico sin importancia. Por eso declaro a los cuatro vientos que el sitio natural más bello del mundo, la esmeralda líquida, la Laguna Verde del volcán Azufral, no tiene un doliente a su altura.

¡Y hablamos de ecoturismo en Nariño!