Seis de enero de 2012, en Pasto.
Año tras año, los carnavales reconcilian a los pastenses con su identidad
Brujas, duendes, diablos, dragones, animales, personas, colores, sonidos, música y movimiento se amalgaman, como en un sueño, en extraña simbiosis para entregar escenas fantásticas y alucinantes entre las cuales la mente racional busca, sin suerte, algún viso de realidad. Es un todo inseparable; el público que al lado y lado de la senda grita ilusionado, colmado de alegría, bellos sueños y pesadillas revividas, hace parte de carrozas, disfraces, comparsas, murgas y colectivos coreográficos ofrecidos generosamente, como un regalo, por los artistas de Pasto y Nariño en el desfile magno del seis de enero. Las palabras son esquivas para describir la magnitud psicológica y social del día de blancos en el Carnaval de Negros y Blancos en Pasto. Sea como fuere, algo es innegable: el carnaval de negros y blancos reconcilia anualmente a los pastenses con su propia identidad.
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