La luna de Catambuco (Carolina Obando Fotografía)
Para nutrir el alma, llenarla de tradición y cargarla de energía. A veces, pensando de una manera muy simple, cree uno que es mejor vivir allá, lejos de este territorio herido por la iniquidad. Pero hay que hacer caso a lo que los sueños dicen, y volver a caminar la palabra de acá; los vientos y los aires, los olores y los sabores, los afectos y los cariños, las memorias y los días, los paisajes y la luz, los colibríes coquetones y los gorriones de acá.
Así es lindo volver a recordar anécdotas de momentos significativos de nuestras vidas. Las visitas de la gente nuestra que se ha ido y retorna, con toda seguridad, servirá para sentir que valía pena haber engendrado hijos, que la vida tiene sentido, y, estas dos sensaciones, estimularán la continuación de la vida. |
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