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Estudiantes de Contaduría Pública |
Un
sondeo sobre prácticas lectoras, hecho a trece estudiantes del Programa de
Contaduría Pública de la Universidad Mariana, muestra que aquellas que despiertan
su imaginación, aumentan su conocimiento o aportan información para su
individuación, provocan en ellos sensación agradable, es decir placer.
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Libertad e imaginación |
La imaginación, para ellos, se
despierta con lecturas de tipo recreativo, tal es el caso de novelas o cuentos.
Los estudiantes, consideran importante que la imaginación ocupe un sitio en la
educación, la cual ha privilegiado memoria y atención, consideradas funciones
mentales superiores. Como la imaginación tiene un uso práctico, como el trabajo
de un Contador, se puede inferir que el gusto por este tipo de lecturas, podría
estar condicionada por la competencia profesional: ¡Hay que ser el mejor: usa
la imaginación! Así, las palabras de Rodari toman forma propia en el contexto
de Contaduría Pública, en el cual la lectura libre no hace parte del currículo:
“No hay que maravillarse si la imaginación, en nuestras escuelas, es
considerada todavía como un pariente pobre, respecto a la atención y la
memoria; escuchar con paciencia y recordar con escrúpulo constituyen todavía
las características del estudiante modelo; que es el más cómodo y dócil” (Rodari, 1999). Cosa distinta sería,
si se prefiriera lecturas que despierten la fantasía, en cuyo caso se estaría
hablando más de creatividad que de utilidad práctica, pero ese otro tema.
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Jóvenes lectores |
El gusto por la
lectura que despierta la imaginación, puede ser un legado de las lecturas
obligatorias del bachillerato las cuales, para unos, quedaron lejos de despertar
gusto; sin embargo se convirtió en hábito para otros “Para leer
no necesito motivación, simplemente fluye” –dice un estudiante- y escogen sus
lecturas, según sus propias predisposiciones o ejemplo recibido de familiares,
profesores o personas de su confianza. Contrasta al respecto el “Yo nunca leo”
de un estudiante, con “Leo siquiera un libro al mes” de otro. Sin embargo, no
solo la imaginación produce placer, también el conocimiento.
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ESAP: lectura. |
El aprendizaje
de nuevos conocimientos que se precisa para “pensar mejor, aprender a dudar y aumentar
así la capacidad mental” – en palabras de los estudiantes-, hace parte del
placer de la lectura como estudio. Si el estudiante encuentra que un tema, de
los que está obligado a aprender, encaja con sus aprendizajes previos o
intereses personales, encontrará placer en la lectura como estudio y mejorará
su rendimiento académico.
Pero como aprender
no consiste en recibir gran cantidad de información y desarrollar destrezas,
sino en construir conocimiento, para lo cual es preciso también desaprender,
desandar los viejos caminos de la repetición, la memoria y la atención. Varios estudiantes
encuentran placer en la lectura que los lleva a eso, para cuestionar y encontrar
formas diferentes de ver los hechos cotidianos de estos tiempos sombríos o para
proponer cosas nuevas. Son lectores “… que siempre está pensando en cosas
originales, mirando de manera nueva las cosas (incluso) de una manera absurda o
paradójica” (Ospina, 2012). Cabe en este
aspecto referirse a la utilidad de la lectura al encontrar, por ejemplo, nuevas
formas de plantear interrogantes de investigación, marcos de referencia,
instrumentos de recolección de información. Este esfuerzo lector del estudiante,
lo posibilita para entenderse con profesores, compañeros, asesores y jurados en
su ejercicio investigativo.
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Estudiantes de la ESAP, en ejercicio de lectura silenciosa |
Esta fase de
vida universitaria, también brinda pistas para profundizar sobre el placer que estos
tipos de lectura provocan en los jóvenes, puesto que contribuyen a fortalecer sus
habilidades analíticas y capacidades de argumentación, con las que podrán navegar
mejor en los mares agitados de información recibida y disponible.
Precisamente, otro
tipo de lectura que despierta placer, es aquella que informa para su mejoramiento
personal y relación con otras personas. Por eso buscan libros que respondan a necesidades
íntimas pues de alguna manera intuyen que
“… los libros no tienen un relato para todos sino un relato para cada
uno” (Ospina, 2012) que se adecuan a
circunstancias personales. Los estudiantes rondan los 18 años, etapa de la vida
en la cual la pregunta sobre ¿Quién soy yo? Que viene desde la infancia, todavía
está en etapa de ser respondida, puesto que el joven está tratando de resolver
el conflicto de identidad (Papalia, 1986), mediante un proceso
de individuación a cuya construcción aporta este tipo de lectura y de paso
adecua el comportamiento personal a lo exigido por las relaciones sociales. Respecto
a la importancia de estos deseos juveniles apunta William Ospina: “A veces he
llegado a pensar que no vamos a la escuela tanto a recibir conocimientos cuanto
a aprender a compartir la vida con otros, a conseguir buenos amigos y buenos
hábitos sociales” (Ospina, 2012).
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Educación y lectura |
Colofón
“El verbo leer no tolera el imperativo” frase inicial
de Como una novela (Pennac, 1992) libro en el cual su
autor, rescata para la lectura la órbita del querer, del placer. En él, Pennac
invita a suscitar el amor por la lectura en una generación, por azar, chateadora, twiteadora onomatopéyica, que encontró en el
género electrónico la facilidad de leer mensajes leves, ágiles, informales, nuevamente
codificados.
Para completar la escena: esta generación es hija de otra, de tipo
agropecuario, para quien la tradición oral jugó y juega un significativo papel
social, y, como leer no fue lo más importante, en la vida cotidiana desanimó,
más que incitó, el gusto por la lectura. Esta generación, ahora en la
universidad, con invaluables excepciones, se concede el derecho a no leer y mantiene pertinentes los
esfuerzos educativos para enseñar a saber leer.
Referencias:
Barthes, R. (1984). El susurro del lenguaje. Más allá de
la palabra y la escritura. (F. Medrano, Trad.) Buenos Aires, Argentina:
Paidós.
Ospina, W. (2012). La lámpara maravillosa. Cuatro ensayos
sobre educación y un elogio de la lectura (Primera ed.). Bogotá, Colombia:
MONDADORI.
Papalia, D. (1986). Desarrollo Humano. (L. M.
Rodríguez, Ed.) Bogotá, Estados Unidos: McGraw Hill.
Pennac, D. (1992). Como una novela (Primera edición
ed.). (C. Puerta, Ed., & M. Melo, Trad.) Bogotá, Colombia: Grupo Editoral
Norma.
Rodari, G. (1999). Gramática de la fantasía. (A.
Merlo, Trad.) Bogotá, Colombia: Panamericana Editorial.
Vásquez, F. (2010). Educar con maestría (Tercera ed.).
(M. A. Ospina, Ed.) Bogotá, Colombia: CMYK Diseño e Impresos Ltda.
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