Sobre la paz y la guerra en Colombia. Reflexiones prestadas.
Reflexiones prestadas sobre la paz y la guerra de personas (la mayoría ya muertas) entrevistadas por Myriam Bautista González y presentadas en su libro Palabras de los mayores en 2002 y que guardan vigencia porque la violencia en Colombia parece que se hubiera detenido en el tiempo.
Cada colombiano contribuye con sus conductas o sus esquemas mentales a mantener la situación violenta
El pintor Antonio
Roda afirmaba “En la calle por ejemplo, el chofer de bus era el que tenía la
vía, él mandaba, y si yo tenía la razón no podía hacer nada. No podía decirle
que parara en los paraderos o que él debía ir por la derecha y no en zigzag.
¿Por qué? Porque el señor que maneja el bus hace lo que se le da la gana,
porque tiene la fuerza, porque nadie lo castiga. Y ésta situación se puede
extrapolar a todos los ámbitos de la
vida, hay como un fermento de miedo (…) lo que hay es un símil de justicia que
permite que todos hagan lo que se les de la gana. Un nivel de desorden que es
muy desagradable, que se acrecienta cuando se dan fenómenos como el
narcotráfico que lo corrompe todo” (Bautista, Pág. 21).
Y esta perla de
Roda: “Y volviendo a la violencia, hace veinte años conocí a una señora muy
bien puesta, muy maquillada, que me decía que en este país no se podía vivir,
que no podía ir a la finca, que no podía dejar a sus hijos solos en las fiestas
porque los secuestraban, y yo no entendía lo que ella hablaba. Con el paso del
tiempo los hijos se casaron, tienen hijos, la señora es abuela y sigue igual de
bien puesta y diciendo lo mismo” (Bautista, Pág. 26)
Orlando Fals
Borda sostenía que “En el fondo, lo que he visto en todos estos años es una
degradación de la dirigencia política y también de la dirigencia económica,
religiosa, militar, educativa. Óigase bien, que estoy hablando de la dirección
porque este ha sido un proceso de arriba hacia abajo, se ha producido un
desbarajuste. Porque no han sido los campesinos, los negros, los indígenas, las
mujeres ni los jóvenes los que se han pervertido; al contrario, estos grupos
son los que han sufrido las consecuencias de esos cambios, de esa crisis que yo
creo que es una crisis moral (…) mientras no se cambie esa clase política, esa
clase dirigente mala que no nos ha servido, vamos a seguir abajo, en el fondo
del abismo” (Bautista, Págs. 132-133).
Continúa Fals Borda: “No ha habido mucha dignidad nacional en la política
internacional (…) Hemos asistido a una entrega bárbara de los recursos
naturales. No ha habido respeto por lo propio, orgullo por el talento de
nuestra gente, por su preparación, por su conocimiento, que es único; muchas
veces se rechaza lo propio, lo original y se copia, con tan mala óptica que
copian lo peor, lo malo; se importan ideas, instituciones que no funcionan o
que conducen a fracasos” (Bautista, Pág. 133)
Jorge Regueros
Peralta afirmó que “Podemos decir que los últimos veinte años han sido para este
país, los del despeñadero total y los de la descomposición” (Bautista, Pág. 223)
Los orígenes de la violencia
“Gran parte de
esta violencia que nosotros tenemos –afirmaba Manuel Zapata Olivella- es el
aporte de la violencia que se dio en América por la conquista y durante la
colonia con el tráfico de negros africanos, y no esclavos, porque ellos nunca se
sintieron como tales” (…) Los problemas nacionales que en este momento estamos
viviendo por unos salarios bajos, por el desempleo, son consecuencia del
colonialismo, de un enfrentamiento violento, no de las comunidades indígenas
entre si o con las comunidades afro, sino de ellas con los colonizadores. Se
está hablando que es necesario definir a través de una nueva constitución las
relaciones políticas, sociales y económicas, pero todo lo que sabemos se está
poniendo dentro de las perspectivas del capitalismo que es la base del
colonialismo” (Bautista, Pág. 107). Y finalizaba diciendo: “Considero que todos
estos problemas que se están debatiendo parten de la base de no encontrar una
luz, un hilo conductor que nos ilumine, que nos facilite llegar a la ansiada
paz que necesitamos, porque no se toma en cuenta el proceso de formación de
nuestra nacionalidad” (Bautista, Pág. 109).
“Ese proceso –
afirmaba Apolinar Díaz Callejas -refiriéndose a la violencia
liberal-conservadora- culminó en el Frente Nacional. A la situación que hoy
vivimos llegamos por dos motivos: la impunidad y la connivencia con el crimen.
Los crímenes que se cometieron en la violencia conservadora- liberal entre los
años 1947 y 1953 no tienen nombre en la historia de las monstruosidades que se
han cometido en el mundo entero (…). Hacer
la paz con una regla: perdonar a todos los delincuentes. Pero el hábito de
matar, de asesinar, de cortarle la oreja a la gente, la nariz, del estilo
<corbata francesa>, que consistía en meter el cuchillo por el cuello y
sacarlo por el pecho; del corte de franela, del crimen <que no quede ni la
semilla>, que era tomar a las mujeres embarazadas y arrancarles el feto;
repito, ese hábito flota en el ambiente porque todas esas atrocidades quedaron
sin castigo” (Bautista, Págs. 52 y 53).
“Mi tesis- decía Apolinar
Díaz Callejas- es que allí arranca la desgracia de Colombia. Responsables: las
clases dirigentes colombianas, la burguesía, los terratenientes, los grandes
comerciantes, los políticos conservadores, la Iglesia” (Bautista, Pág. 56).
“Mi recuerdo de
la crisis comenzó el 9 de abril de 1948. No se si Gaitán hubiera podido
salvarnos. Pero creo que hay dos Colombias, antes y después de esa fecha. A
partir de ahí es como si se desgranara una catarata de desgracias sin fin, es
tremendo no haber encontrado el pare” afirmaba Maruja Vieira. (Bautista, Pág.
124).
Augusto Aguirre
sostenía que “La situación del país se ha deteriorado y se ha vuelto mucho más
peligrosa que esa que me hizo ir (…) Una sociedad es como un organismo: cuando
empieza a degenerarse, a deteriorarse, cuando le llega el cáncer, cae en caída
libre (…) El cuerpo social colombiano está degradándose por una razón: la
injusticia, la falta de equidad, el atropello, la miseria, la prepotencia de
los opulentos. La guerra es un producto de todo esto. Una sociedad en
delincuencia por generaciones” (Bautista, Pág.
75). Y continuaba: “El dolor físicamente tiende a anestesiar; cuando el
dolor es muy grave dejas de sentir, te anestesias, y ésta sociedad
desgraciadamente se ha ido anestesiando, se ha puesto sobre el corazón una capa
de asbesto para que no la quemen las rabias” (Bautista, Pág. 77).
Aníbal Patiño
afirmaba que “La cultura del dinero fácil se convirtió en el detonante
de los valores. La gente se enloqueció, lo cual indica una tremenda crisis de la
religiosidad, una crisis total de valores, una situación terriblemente
pervertida en el sentido de que el reparto de los bienes materiales es muy
injusto (…) Por los medios masivos le meten a la gente necesidades que debe
suplir a como dé lugar. Un pobre tipo, un desempleado, con grandes necesidades,
que ve en un periódico o por la televisión que están promocionando x o y
productos, se llena de ganas y deseos de comprar y en algunos casos el deseo
termina ahí, pero en otros se despiertan los bajos instintos para obtener
dinero a como dé lugar y poder satisfacer sus deseos. Esa ofensiva diaria del
consumo desenfrenado es muy perjudicial para la sociedad” (Bautista, Pág. 159-
160).
Blanca Ochoa de
Molina afirmaba: “Creo que las causas de la violencia son de tipo social, económico,
sociológico, psicológico. Pero encuentro que todo eso que estamos viviendo es
una respuesta, una consecuencia de años y años de humillación, de opresión de
una clase despreciada, martirizada, por una minoría que, desde el comienzo, se
apoderó de los valores sociales, económicos y políticos y se los adueño y
siguió explotándolos a su favor (...) La clase dirigente ha sido sorda al
clamor de esas masas que primero se humillaron, después rogaron, pidieron y más
adelante exigieron y, ante la falta de respuestas, buscaron otros caminos. En
un principio, cuando pudieron haber cedido algo de sus privilegios, de sus
ganancias – desde las fábricas, desde el campo- no cedieron ni un ápice.
Entonces, ¿quién es el culpable? ¿quiénes han sido los indolentes?
José Jaramillo
decía también que “Si en el país se hubiera hecho algunas de las reformas que
no solo los grupos insurgentes sino muchas personas habían planteado,
posiblemente el conflicto hubiera tenido menos intensidad y los líderes del
conflicto habrían tenido menos eco y menos posibilidad de haberse sostenido en
él” (Bautista, Pág. 199)
Acostumbrarse a la guerra
Enrique
Buenaventura afirmaba también: “En este caso considero que la guerra de ellos
ha sido muy larga y en una guerra tan larga la gente se acostumbra, tanto el
que la vive, el que la hace, como el que la padece. Es grave acostumbrarse a la
guerra” (Bautista, Pág. 85). Y termina como si hablara hoy mismo: “El
presidente tiene razón en seguir por ese camino, por el de las conversaciones,
por más que lo ataquen, porque la guerra no la ganan ni las guerrillas ni los
militares, se puede eternizar y por eso es mejor dialogar, conversar, llegar a
ciertas conclusiones” (Bautista, Pág. 86).
Alfredo Vázquez
Carrizosa decía: “Hay una cuestión de educación, de ambiente del país que hace
que vivamos en un clima desastroso. Impunidad total. Aquí los criminales hacen
lo que quieren y nadie los castiga. Nadie persigue a los hampones. (…) Este
país se ha dañado mucho. Aquí matan todos los días, lo leemos en el periódico”
(Bautista, Pág. 143).
Otra mujer, Susana
Awad de Ojeda, afirmaba: “Creo que llegamos a esta crisis por la falta de
honradez. Pero también por la iniquidad, por la falta de justicia social (…)
Otro factor que veo es que no hay solidaridad. Falta mucho tiempo para que
podamos volver a caminar como es debido. Los funcionarios públicos son venales.
Esa falta de honradez es lo que va deteriorando el clima social” (Bautista,
Pág. 216).
“La violencia que
padecemos –según Jorge Regueros Peralta- tiene, también muchas causas, pero ahí
falta también el partido que encauce la protesta popular y por eso llega la
violencia. El pobre hombre de la calle, en lugar de encontrar un desfogue a su ira,
a su rabia, da bofetadas al vecino o al que se le atraviesa, no tiene otra
expresión. En el campo se va con la guerrilla o con los paramilitares. En la
ciudad, con las pandillas. La violencia es la expresión de un anhelo popular
que no encuentra un desfogue normal, natural. Dentro de todo este esquema de
violencia el narcotráfico, que es un negocio, encuentra asidero. La falta de
oportunidades hace que la gente vaya a buscar la vida en otras opciones
distintas a las legales” (Bautista, Pág. 223).
Salir del abismo
Jaime Jaramillo
sostenía que “Esa es una situación de estrategia política y militar muy
complicada. Uno no puede predecir el resultado de esa negociación, ni puede dar
fórmulas muy concretas. Lo que considero necesario es que la clase dirigente
del país se unifique, se ponga de acuerdo en cierta política y asuma un
compromiso mucho más activo del que ha tenido hasta ahora, no solo en el
problema inmediato de la paz sino en el problema de las reformas estructurales
que necesita el país (…) Si se hace la paz, si se logra un acuerdo político
consistente, si se hacen las reformas más urgentes, salimos adelante. El país
tiene problemas muy serios que infortunadamente no se resuelven en forma rápida
y en un plazo muy corto. Pero dadas esas condiciones de paz, de arreglo
político, pues la perspectiva cambia y la posibilidad de solucionar los problemas
estructurales del país tiene un futuro positivo” (Bautista, Págs. 202- 203).
“Para salir del
abismo- decía Alfredo Vázquez Carrizosa- es necesario hacer muchas cosas. Hace
falta más justicia; la justicia es vital. Después de eso, aumentar un poco las
salidas de esparcimiento para la gente, para el pueblo. La recreación es
fundamental para la paz” (Bautista, Pág. 143). Mientras se llega a un acuerdo de
paz, “(…) habría que fortalecer la agricultura, el campo Aumentar los
salarios, fortalecer los hospitales, que sirvan de algo porque los pobres no
tienen salud, se mueren en sus puertas (…) Mucha gente en la calle sin saber
qué hacer, con qué darle de comer a sus hijos. Todo esto influye en el ánimo de
la gente y por eso hay tanta inseguridad” (Bautista, Pág. 144).
“Un principio de
cambio -afirmaba Carrizosa- es que se firme un acuerdo de paz. Pero de ahí en
adelante habría que arreglar muchas cosas. Lo local y departamental hay que
arreglarlo. Hace falta población civil para que trabaje en los campos. Hace
falta estar de acuerdo en restablecer una reglas de comportamiento para una
vida decente. Hay que darle trabajo a los desempleados (…) Es necesario que
haya una nueva clase dirigente (…) Inventamos teorías, muchas teorías, pero no
hemos sido capaces de cambiar nada” (Bautista, Pág. 145).
“En mi familia-
sostenía Maruja Viera- reinó siempre algo de lo que se está hablando mucho
ahora, el perdón. Vamos a encontrar la luz, de eso no me cabe la menor duda,
porque en este país hay gente maravillosa, lo que sucede es que se habla poco
de ella, se tiene muy poco en cuenta; si hubiera un poco más de interés en lo
que esa gente buena hace, las cosas sería a otro precio. No digo que no se deba
publicar eso malo que ocurre todos los días, pero si que se hiciera una
información más balanceada. Porque por esa cantidad de maldad estamos
acostumbrados a pensar que estamos perdidos, que somos malos, que no tenemos
remedio. Vivimos momentos muy duros, hay cosas horrendas, pero también hay
cosas buenas, hermosas, creativas, y si se hiciera énfasis en ellas, la
sensación seria otra, podríamos encontrar más fácil el camino hacia la luz. El
túnel ha sido muy largo, por lo menos llevo cincuenta años en él. El desajuste
social de este terrible caldo de cultivo ha estado ahí latente” (Bautista, Pág.
125).
Sobre el papel de
los medios Jaime Jaramillo afirmaba que “Los grandes medios de comunicación y
la propaganda que se transmite constantemente a través de esos medios
representan una incitación permanente a la gente para cambiar de vida y,
hablando en términos que suelen emplear los economistas y los sociólogos, es
una constante incitación al consumo, es mostrarle a la gente lo bueno que es
ser rico y lo bueno que es tener cosas (…) Los modelos de vida que se venden
son totalmente inaccesibles para la mayoría de la gente (…) En realidad los
medios masivos de comunicación modernos son negocios. Grandes negocios,
orientados por los mismos métodos y basados en los mismos principios de
cualquier empresa” (Bautista, Pág. 204).
He dicho varias
veces- decía Aníbal Patiño- que me gustaría pensar que vendrá un tiempo de
maduración que no sabemos si va a conducir a una cesárea o a un parto normal,
no sabemos si la criatura va a salir grande, sin dolores de parto. Creo que
esta cadena de muerte es lo más grave que nos ha podido suceder. Porque no
podemos aceptar que haya muertos buenos y muertos malos, porque una sociedad no
se puede dar el lujo de malbaratar el recurso más importante que tiene, que es
la vida del ser humano (…) Esta situación caótica, desesperanzadora y trágica
no me inhibe para seguir luchando por las cosas que creo, y seguir trabajando
por una sociedad mejor hasta que se apague la vela” (Bautista, Pág. 161).
Susana Awad de
Ojeda sostenía que “Los gobernantes se tienen que dar cuenta de que si no
cambiamos nos vamos al abismo. Tenemos que volver a la sensatez, a mirar el
problema social, la iniquidad, la falta de oportunidades, todo es terrible; que
debemos ser más honrados, que los dineros oficiales se deben tratar como si
fueran propios, con toda rectitud, veracidad y pulcritud” (Bautista, Pág. 217).
Palabras de los
mayores. ISBN 958-28-1275-3. Intermedio Editores, 2002.
Comentarios
Todo cambio debe generarse con disciplina y con una nueva mentalidad, que se puede lograr a través de la implantación de una cultura orientada a la ética y a la moral, donde los valores sean el pilar de toda transformación, por mencionar algunos, transparencia, honestidad, respeto, solidaridad, compromiso, etc.
Será acaso que nos acostumbramos a encontrar la violencia en cada actuación de la vida cotidiana, como nos acostumbramos a escuchar a diario los temas de corrupción, Reficar, saludcoop, Caprecom, Programa de alimentación escolar, mal manejos de las regalías,etc., con un gran problema, una especie de corrupción tolerable que no afecta ningún tipo de moral.
Ahora bien, es importante insistir y buscar nuevas alternativas, estamos a puertas de grandes cambios históricos, solo la voluntad y la decisión para generar en todos los ámbitos de la esfera pública y privada un sistema de integridad transparente, con procesos claros y eficientes, podrá ser otra forma de aportarle a la Paz que tanto añoramos los Colombianos.
Gloria Esperanza Alvarado Erazo
Estudiante VII Semestre Administración Pública ESAP
Fin de Semana.