Mocoa y su tragedia
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Abr 2017 - 9:30 PM
Tatiana
Pardo @Tatipardo2
Un tercio del país está
en riesgo de vivir un fenómeno similar al de Putumayo. El 18,7 % del territorio
nacional está bajo una amenaza alta o muy alta de presentar derrumbes. La
región Andina es la más vulnerable.
Si algo nos enseñó lo
sucedido en Putumayo, con el desbordamiento de tres ríos que borraron del mapa
seis barrios de los 36 afectados en Mocoa, es que son varios los
departamentos del país que están bajo algún tipo de amenaza geográfica y que
podrían experimentar una tragedia similar a la del pasado fin de semana.
Sin embargo, evitarlas no
es una tarea sencilla. Cada cuatro horas, durante los 365 días del año, hay una
alerta nueva que cambia el foco de atención de un lugar a otro. A eso hay que
sumar los efectos del cambio climático, la escasa voluntad política, la
minería, la tala indiscriminada y demás actividades que transforman el uso de
los suelos. Todo eso es un caldo de cultivo que hoy tiene en riesgo a un tercio
de Colombia.
En mayo de 2015, el Instituto Geográfico
Agustín Codazzi (IGAC) publicó un informe muy completo sobre las zonas de Colombia más propensas a padecer derrumbes e
inundaciones, un escenario que a su vez estaría relacionado con el
exceso de ganadería, cultivos en zonas de alta pendiente y deforestación.
Según el mapa, el 18,7 % del país enfrenta una amenaza alta o muy alta de
derrumbes o movimientos en masa, un porcentaje que abarca 21,3 millones de
hectáreas distribuidas en 24 departamentos.
Los puntos más críticos están en la región
Andina, lo que significa
que Antioquia, Boyacá, Caldas, Cundinamarca, Huila, Norte de Santander,
Quindío, Risaralda, Santander y Tolima son los más susceptibles a un derrumbe,
en gran parte porque 8,4 millones de hectáreas están
sobreutilizadas y erosionadas por el exceso de ganadería y cultivos en zonas
donde no hay vocación agropecuaria. No obstante, se insiste en
transformar el suelo.
El departamento de la
región con una situación más crítica es Caldas, que tiene el 54,4 % de su área
afectada por la actividad agropecuaria no controlada, es decir, cerca de
404.000 hectáreas. Sin embargo, los que cuentan con mayor cantidad de hectáreas
sobreutilizadas son Antioquia (2,1 millones), Santander (1,3 millones) y Tolima
(1,07 millones).
“El llamado es para que empecemos a
cuidar este recurso natural, cultivando en las zonas apropiadas, criando ganado
en los terrenos aptos y de manera controlada, y conservando los terrenos con
potencial ecosistémico”, dice el IGAC.
“Si las tierras y suelos de
Colombia estuvieran bien manejados, el grado de erosión (que afecta al 35 % del
país) sería mucho menor, y por ende la amenaza alta-muy alta de los
movimientos en masa sería inferior a la actual”.
En efecto, para nadie es
un secreto que la erosión está estrechamente ligada a la generación de
movimientos en masa y derrumbes, y a su vez es causada por la deforestación,
que disminuye la protección contra el efecto de la lluvia. ¿El resultado? Un
territorio mal utilizado incapaz de hacerles frente a los fenómenos climáticos
extremos, que cada vez se hacen más intensos y recurrentes por el cambio
climático.
Las inundaciones, otro problema.
El mapa de susceptibilidad y amenaza de
Colombia revela que el 2,5 % del país tiene suelos
que podrían inundarse, los cuales abarcan un total de 2,9 millones de
hectáreas. Los que más preocupan son los que están ubicados en
las cuencas media y baja de los principales afluentes del país, especialmente
en áreas localizadas en planicie, como la región Caribe y los valles
interandinos de los ríos Cauca, Magdalena, Sinú, San Jorge y Bogotá, entre
otros.
“La zona más vulnerable a las
inundaciones es la Caribe, en especial por donde pasa el
río Magdalena. De los siete departamentos que la conforman,
sólo La Guajira no tiene suelos que se puedan inundar. Es decir que Atlántico,
Bolívar, Cesar, Córdoba, Magdalena y Sucre deben estar bajo el lente del país
urgentemente”, explica el IGAC.
Si a eso sumamos otras cifras, el
panorama se vuelve más desalentador. Tras lo sucedido en Mocoa, varios sectores
han salido a decir que ya lo habían advertido, entre ellos la Universidad
Nacional, que se sumó al debate y aseguró que hay otros 385 municipios que
podrían sufrir lo mismo que Putumayo.
Villagarzón, San José del
Fragua, Belén de los Andaquíes, Puerto Rico, Uribe, Lejanías, Guamal,
Villavicencio, Medina, San Luis de Gaceno y Yopal serían los más críticos.
Según el Departamento Nacional de
Planeación (DNP), entre 2006 y 2014 se reportaron 21.594
emergencias provocadas por eventos de origen natural, de las cuales 14.853
corresponden a eventos hidrometeorológicos. Las inundaciones
son la primera causa de muerte: de los 12 millones de damnificados registrados
en ese período, 9 millones se vieron afectados por este fenómeno.
La conclusión que deja el
informe es la misma de la que viene advirtiendo el IGAC desde hace rato: la
región Andina es la más amenazada. Antioquia, Cundinamarca, Caldas y Tolima
tuvieron el mayor número de muertos: 1.267, de los 3.181 registrados en todo el
país.
¿Y el cambio climático qué? ¿Un cuento chino?
“Desde que se llevó a cabo la primera
conferencia internacional sobre cambio climático en 1995, 606.000 personas han perdido la vida y 4.100 millones de personas
han resultado heridas, han perdido su hogar o han necesitado asistencia de
emergencia a consecuencia de algún desastre meteorológico”, dice el
último informe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del
Riesgo de Desastres (Unisdr), que fue presentado en la COP21 de París para
encender las alarmas en el tema.
El documento señala que entre 2005 y 2014 se registró un promedio de 335 desastres
meteorológicos en el mundo, muchos relacionados con el cambio
climático, lo que no significa que sea la única causa del aumento de
inundaciones, tormentas, olas de calor y sequías.
Sin embargo, según
explica la Sociedad Meteorológica de EE. UU., la ola de calor que azotó el
norte y el centro de Argentina entre finales de 2013 e inicios de 2014; los
inusuales tres huracanes que golpearon Hawái en 2014; las lluvias insólitas que
registró Yakarta, capital de Indonesia, en enero de 2014, así como la sequía en
África oriental y las asfixiantes olas de calor vividas en Australia y Asia,
entre otros eventos, estarían fuertemente relacionadas con el cambio climático.
¿Colombia está preparada para esos
fenómenos extremos? Al parecer no. Sobre la capacidad de adaptación al cambio
climático en el país, la Procuraduría advierte que el 85 % de los municipios no tienen un sistema de alertas
tempranas asociadas a amenazas naturales, el 82 % tiene población asentada en
zonas de riesgo, el 63 % no ha actualizado el instrumento de
ordenamiento territorial y apenas el 22 % tiene un funcionario en la Alcaldía
que se dedica exclusivamente a estudiar los impactos del cambio climático.
“La adaptación a este
fenómeno demanda prepararse para escenarios a corto y mediano plazo de lluvias
y sequías más intensas, lo que incluye repensar el uso actual del territorio y
privilegiar coberturas que amortiguan las consecuencias que estos extremos
pueden tener sobre los sectores productivos y las vidas humanas. Esta es una
tarea pendiente para el país”, remata la Procuraduría.
Mientras todo eso pasa,
la tercera parte del país está en riesgo y los muertos en Mocoa siguen
aumentando: la cifra ya está por encima de los 300. ¿Cuántas vidas piensa el
país salvar? ¿Cuándo se va a empezar?
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