EVALUACIÓN DEL DESEMPEÑO ESTUDIANTIL EN LA UNIVERSIDAD


 
 I
De tanta cotidianidad, a veces se olvida que el acto del maestro es determinante. El docente no se puede convertir en el prestidigitador o augurador del fracaso del estudiante; debe en cambio conquistar el amor por el saber. El docente debe ser consciente de que hay que ser equitativo con sus estudiantes, pues cada uno de sus actos es leído por interlocutores que también sienten y piensan. El papel del docente es educar, es decir, ayudar al joven a encontrar sentido a su vida.
II
Es importante tener claro desde qué construcción teórica se evalúa, porque no es posible evaluar algo sobre lo que no hay dominio o posición teórica definida; es necesario que el docente se “desinstale” de su construcción teórica, para entrar en la lógica y coherencia del discurso del estudiante; así en un diálogo argumentativo, el docente sustenta su autoridad para evaluar dando a conocer su criterio con argumentos.
III
La evaluación no puede ser un acto oculto. Se hace desde un acto de la comunicación y la razón con el fin de que el estudiante asimile el concepto de su docente. En un diálogo constante se imbrican las dos lógicas y se reconstruye el discurso.
IV
La evaluación es el motor de la cualificación, en tanto la información por ella producida trascienda el trabajo del aula y el estudiante tenga acceso a niveles cada vez más elaborados de saber.
V
La evaluación, así sea sobre los mismos conceptos, debe hacerse “instalada” en nuevos contextos.
VI
El docente debe ayudar en la formación de competencias. La competencia se entiende como actuación pertinente que emerge en una situación concreta. La competencia también puede significar comprensión del discurso: distintos atributos que mi interlocutor sea capaz de explicar de lo que yo digo comprender. La competencia ocurre en las fronteras y, en concreto, son soluciones plausibles de fenómenos que ocurren por ejemplo en la frontera entre las disciplinas: matemáticas y física, o física y química, o química y biología, o filosofía y teología, por poner unos ejemplos
VII
El desafío para el docente es que el cien por cien de los estudiantes aprenda y mejore en ellos su actitud frente al conocimiento. En estos términos el papel del docente no es “rajar”, es acompañar, formar.
VIII
Los estudiantes son la razón de ser de la institución educativa y el papel de la universidad es educar y esto se hace, fundamentalmente, a través de los docentes.

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