El gato de colores


A la niña de mis sueños arcoíris

 Escrito por: Carolina Obando Paz. 

Cuento ganador de concurso Creación Literaria en la modalidad cuento
Ministerio de Educación Nacional (2019)

Hace mucho frío, me paro frente a la ventana y veo el parque con neblina. En esta ciudad la mayoría de las noches hay neblina, pero hoy, además cae un rayo y al televisor le suena algo raro por dentro. Pienso “pero, está apagado”. Se fundió. No es un buen día. Días buenos, días malos.

Días buenos.

Cuando era niña mi Mamá casi no estuvo presente, me cuidaba mi abuela, la abuela de los sueños, la abuela querida, la abuela que todo lo podía. Me dijo una vez: “¡no te preocupes tanto por todo!, he aprendido que cuando uno tiene muchas cosas en la cabeza, se preocupa mucho, y que al final todo pasa, a veces se soluciona, a veces pasan cosas que hacen que uno ya no tenga que hacer nada, a veces no se soluciona y quedas mal o te regañan, pero siempre pasa y todo continúa su curso”. No entendí bien, y no le puse mucha atención.

Salí de mi casa atendiendo a la realidad de la vida, aunque siempre en mis sueños había un gatico de colores que me hablaba y me decía por dónde seguir cuando me perdía en un bosque, creo que ese bosque de mis sueños era el mismo de mi colegio, del primero que tuve, hasta segundo año. Claro que allá no había gaticos, solo árboles, restos de pino marchito, olor a pino húmedo y muchas semillas pegajosas que se quedaban en la ropa. Odiaba sacarme esas semillas de las medias y los zapatos.

Creía en las historias de duendes que viven al píe del arcoíris en el río y que se robaban las cosas para asustar a los humanos, creía en los duendes de Holanda, creía en el juego, en la abuela, en los amigos, en el amor. No sé en qué momento todo se me olvidó.

Días malos.

Creo que mi Mamá no me quería, cuando nos veíamos recibía algo de dinero, un abrazo y ya. No recuerdo más. Creo que yo tampoco la quería.  En fin, mi abuela suplió todo, pero en el fondo sentía que algo me faltaba.

Hoy hace mucho frío y recuerdo que cuando vivía en casa, en mi casa, no en esta de ahora, todo era diferente, y aunque hacía frío también, no era como el de hoy, hoy veo la neblina afuera y adentro. Vine a vivir a esta ciudad que no me gusta, y creo que ahora lo he perdido todo, no soy feliz, no sé lo que quiero, no estoy tranquila y ya no puedo volver, porque allá no queda nadie. ¿Qué me pasa? ¿qué perdí? ¿quién soy ahora?

Me invade la tristeza y lloro mucho,  estoy en el bosque sigo al gato, el gato es mi madre, me dice que me quiere, que la perdone, mi abuela es una flor naranja con verde que me habla, que me dice “recuerda”, “recuerda los días buenos, lo que te dije, lo que aprendiste”;  me despierto, y a mi lado hay una flor naranja con verde, mi abuela tenía razón, al final todo pasa, entendí sus palabras, ahora se va la neblina, sale el sol.


Días buenos. 
Memo

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