Corto sueño filosófico

 





He leído tanto y en tan poco tiempo sobre epistemología de Kant, Descartes, Hume, que se me aparecen hasta en sueños.



Soñaba que estaba en Funes y subía a pleno sol, despacio, por una calle destapada, con dos pesados libros, uno en cada brazo: en el izquierdo, la Crítica de la razón pura de Kant, grandote, empastado con una lujosa tapa blanca y su título escrito con letras doradas, pero bastante pesado; en la derecha, el Discurso del método de Descartes, más pequeño, amarillo de viejo, pesado también, aunque no tanto como el otro. Me sentía viejo y cansado, lo que me obligó a medio sentarme en un andén alto, de esos a los que uno se sube con dificultad y solo se puede bajar de un brinco. 

Descansé un corto momento y luego de levantarme con cierta dificultad, apoyándome en el codo izquierdo contra el cemento del andén, seguí mi camino a cuestas y llegué a la casa de mi tía Nelly que me esperaba contenta, al lado del horno de leña… ¡para enseñarme a bailar!

Obvio, me desperté. - Que conocimiento trascendental, ni que racionalismo ¡Viva Nietzsche!- Pensé. Y me acordé de su filosofía inspirada en la vida, en Dioniso, en el placer, en la tragedia, en la música, en el arte, en la locura, en el eterno retorno de lo mismo. 

Catación de café

Luego reflexioné un poco más y pensé: que viva también Hume, su confianza en la intuición de los sentidos y su empirismo, para conocer.

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